Todo lo que tienes que saber: acampa en la naturaleza y duerme como en casa

En los tiempos que corren, la acampada constituye sin sitio a dudas alguna la elección más onerosa y/o perseguida para emplear con tus reales un suelo natural. Esta situación se deja sentir en España de una manera en especial implacable, vía autoridad a la que le competa el asunto. No en vano, hay una legislación al respecto, no sólo en el marco estatal, sino más que nada en el autonómico. De acuerdo con el diccionario, el término “acampar” se define como «detenerse y quedar en despoblado, alojándose o no en tiendas o barracas». Pudimos encontrar en esta interpretación la raíz de la disputa que preside la utilización de la tienda de campaña en los últimos años: no es lo mismo tener montada la tienda en cualquier lugar y de manera persistente, día y noche, que montarla como recurso de abrigo para pasar la noche. En este último caso, lo lógico es que una vez que nos levantemos por la mañana, la tienda haya cumplido ya su tarea y, no siendo elemental como abrigo, sea levantada. Es lo cual viene en llamarse “pernoctar”, en vez de “acampar”, y desde luego la iniciativa sobre la que nos centraremos, a partir de un criterio más técnico, en estas páginas.

 

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Dónde poner la tienda 

Utilizar la tienda para pasar la noche debe implicar forzosamente complementar ésta con otros accesorios para cubrir lo más dignamente posible ese mismo objetivo, a saber: saco de dormir, colchoneta aislante, linterna (preferiblemente frontal) y algo de ropa de recambio. Obviamente, las prestaciones de cada uno de estos accesorios irán en la mayor consonancia posible con las exigencias propias de la estación del año, clima, altitud, etc. que vayamos a soportar. Una vez terminada la actividad del día, busca antes de nada el emplazamiento más adecuado, monta la tienda y organízate la comida; ya te relajarás después. Se trata de que cuando llegue la noche estés ya perfectamente instalado para disfrutarla.

  • Las tiendas tipo iglú, es decir, la forma de tienda con estructura flexible más universalizada en el mercado actual, ofrecen la ventaja de que puedes montar primero la tienda, sin el doble techo, y después colocarla en lugar más adecuado para fijarla definitivamente. Para ello, elige un espacio limpio de ramas, piñas o piedras, bien drenado, plano o de una mínima inclinación. En éste último caso, evacuará mejor el agua en caso de mucha lluvia, siempre y cuando no estés bajo una pendiente que pueda canalizar aún más el agua; no olvides poner la cabeza para dormir en la parte más alta. Pero no te acuerdes de cavar zanjas para conducción del agua alrededor de la tienda: no son muy eficaces, y degradan demasiado. Tampoco conviene colocar un plástico entre el suelo y la tienda, ya que si llueve el agua puede embalsarse; es preferible una tienda con una buena base propia.

 

  • Coloca la tienda de forma que la entrada quede protegida del viento dominante; si hay nieve, su rastro sobre las ramas o rocas te desvelará la dirección dominante en la zona. El interior de un bosque resultará un eficaz abrigo frente a este elemento, pero, si éste es muy tupido, tras una buena nevada el sol y el viento te harán desear haberla montado en un lugar más clareado, ya que cuando escampe sufrirás tu particular lluvia de agua y nieve dentro del bosque. Si el tiempo es cálido y seco, prevé una sombra protectora, al menos en las horas más necesitadas.

 

  • Si puede hacer viento, atención a los emplazamientos de tierra o arena.

 

  • Si estamos sobre un buen manto nivoso: hay que aplanar bien el perímetro correspondiente a la tienda y su doble techo (una pala vendrá de maravilla), no sólo para tener una base cómoda, sino para que las piquetas de plástico “muerdan” mejor. La nieve sobrante servirá como pequeña empalizada. En cualquier caso, sobre nieve, y sobre todo si está muy dura y las piquetas no entran a fondo, no está de más emplear unas buenas piedras, e incluso los bastones de marcha clavados sin sus rosetas, como anclaje de los vientos de la tienda, y así tenerla bien inmovilizada al suelo. Otra solución realmente eficaz consiste, en lugar de las piquetas de plástico, en disponer atados en forma de “X” dos trozos de palo o rama, no demasiado blandos, y hundirlo bien en la nieve tirando de los vientos de la tienda; resulta esta una piqueta de bricolaje muy resistente, especialmente para los casos en los que una tienda debe quedar montada muchos días en un enclave alto o expuesta a fuertes vientos. En el Himalaya se utiliza el bambú para confeccionar sobre la marcha este tipo de anclajes.
 
  • Comprueba también que la tienda no quedará montada demasiado próxima a zonas potencialmente conductoras de descargas eléctricas procedentes de una tormenta. Si vas a estar más de 5-6 días en el mismo sitio, no estaría nada mal cambiar de sitio la tienda, para no impedir el crecimiento de la vegetación.

 

  • Hay que evitar estar expuestos al viento y a la humedad. El primero multiplica de una forma exponencial y a la baja la sensación térmica, mientras que si hay humedad el enfriamiento es mucho más rápido en el agua que en el aire seco. En este sentido hay que evitar proximidad de zonas húmedas, como el fondo de los valles o los ríos, collados o explanadas elevadas y a merced del viento, sin que por ello dejemos de tener cercana la posibilidad de obtener agua para beber y cocinar. Por otra parte, nos aseguraremos de que no se nos va a caer nada encima (ramas, piedras, avalanchas, etc.) y que tampoco seremos atropellados por un vehículo todo-terreno, moto, manada de vacas o búfalos en estampida, etc. Por cierto, si llueve toda la noche, ¿amaneceremos inundados?

Dentro de la tienda

  • Ten todo ordenado. Si no te preocupas un poco, el caos de cosas en su interior impedirá aprovechar el poco espacio que hay, así como encontrar algo cuando lo necesites. Si sois varios para una tienda, organizáos uno por uno, y no estaría mal que el primero sí coloque las colchonetas de todos. Un cordelillo alto, estratégicamente instalado de punta a punta, contribuirá a aliviar de enseres el saturado suelo de la tienda, siempre y cuando no seáis muchos inquilinos y el tenderete estorbe más que ayude.

 

  • Salvo temperaturas extremas, las botas siempre fuera, en el hueco de la entrada protegido por el doble techo (si tiene forma de porche, mejor); puedes guardarlas en bolsas de plástico si hay riesgo de que se mojen. Si llevas botas plásticas, deja fuera la carcasa y, si se trata de un campamento alto (5.000 m o más) es buena cosa meter los botines sueltos dentro del saco, o puestos si la “cosa térmica” está realmente dura; no obstante, un servidor, que prefiere dormir lo más cómodo posible, te recomienda, a no ser que se trate de un campo de altura más allá de los 6.500 m (por dar alguna referencia), llenar tu cantimplora de agua bien caliente y ponértela toda la noche junto a los pies, dentro del saco.
 
  • Volviendo con la nieve, la base sobre la que os encontráis va a congelarse bajo vuestra presión. Si no habéis aplanado bien esta base antes de montar la tienda, quedarán formadas y de forma irremisible una serie de lomas y jorobas nada agradables para la espalda, os lo garantizo. Los ambientes exteriores excesivamente húmedos o fríos provocarán un exceso de condensación en el interior; hay que airearla siempre que se pueda, pero no te dejes abierta la puerta si vas a estar tiempo sin entrar: la rejilla “mosquitera” siempre cerrada, dejando abierta la parte superior de la cremallera siguiente, pero no la inferior para que no entre suciedad, insectos u otros animales.

 

  • Si no hay más remedio que cocinar dentro de la tienda, no saquéis aún los sacos de sus fundas, por si acaso. Hay que procurar estabilizar bien el infernillo en el área del porche, fuera de nuestro habitáculo, y aún así mantener abierta un poco la puerta y las ventanillas de ventilación, para evitar acumulación excesiva de monóxido de carbono o vapor de agua. En el exterior, no hagas fuego para cocinar: pone los cacharros negros y es menos eficaz que el infernillo. Si alguna noche se monta un agradable e integrador “fuego de campamento”, ¡mucha precaución!, que el viento no se lleve las brasas, y antes de irse a dormir hay que apagarlo POR COMPLETO. En cualquier caso, nunca cortes leña, nos queda muy poca madera.

 

  • Mientras estás durmiendo, procura que el saco no entre en contacto con las paredes laterales de la tienda, evitando así que se humedezca; ¿una funda de vivac para evitarlo? ¡ufff! dentro de una tienda, tanta cobertura dificultaría enormemente la transpiración. En las anticuadas y pesadas tiendas tipo “canadiense” de estructura rígida y lona, este contacto saco-pared interior podía además provocar que la tienda calara, en situación de lluvia flagrante, si se llegase a tocar al mismo tiempo el doble techo.

 

 

  • El tronco suda más que las piernas: no duermas sin camiseta, y la piel en contacto directo con el saco. Si sudas la sensación es poco agradable, además de humedecer el saco, sobre todo si es de pluma.

 

  • Durante la noche, ten siempre a mano la linterna frontal y el agua.

 

  • Deja preparada la ropa que vas a utilizar al día siguiente; te la pones nada más levantarte y así no pierdes tiempo innecesariamente. Si hace mucho frío, déjate dentro del saco los calcetines que vas a usar mañana o algo más, para que el primer contacto con la piel no sea tan traumático.

 

  • Almohada: una pequeña, que puedas guardar en el mismo saco, si se trata de unos cuantos días. Si la actividad es más corta, puedes improvisarla poniendo como base la ropa que vayas a usar al día siguiente, y el forro polar encima para hacer más mullido el conjunto. Las almohadas inflables no suelen ser nada cómodas.

 

  • ¿Te despiertas tú solito a la hora que haga falta? Si te pasa como a mí, entonces no olvides una alarma… con batería.

 

  • Un gran plástico o capa de agua tipo poncho nos puede servir para muchas cosas: desde reforzar la acción aislante de nuestra colchoneta, impidiendo que ésta se moje, hasta constituir un eficaz techo protector.

 

Levantar el campamento 

Levantar el campamento

  • Aunque no haya llovido durante la noche, puede ocurrir que nos levantemos con cosas mojadas (colchoneta, saco, funda, tienda, plástico, etc.) por la acción del rocío “mañanero”, de una mala transpiración de nuestro cuerpo, o de un exceso de condensación dentro de la tienda, transformada en escarcha si ha helado fuera. Antes de ponerte a hacer preparativos, procura poner a secar o al menos airear esos elementos húmedos; así les das tiempo a que se sequen cuando los guardes al final, justo antes de continuar camino.

 

  • Cuando levantes el campamento, quita primero la tienda para darle la vuelta y que se vaya secando el suelo húmedo u otras partes, mientras haces otras cosas. Como no secará completamente, si hay que volver a utilizarla la noche próxima, otra razón más para montarla con tiempo, antes del ocaso. Estas mismas precauciones hay que seguirlas de forma aún más escrupulosa si es el saco el que está húmedo, circunstancia que hay que intentar evitar a toda costa, sobre todo si es de pluma. Una vez de regreso a casa, no la guardes plegada hasta que no se seque totalmente, sin olvidar sacar las varillas de sus fundas, y quitar el barro de las piquetas.

 

  • Si somos capaces de dejar un rastro indeseable de nuestro paso tras una breve parada de quince minutos junto a una fuente, qué no podremos hacer en un lugar donde vamos a estar muchas horas, incluido cenar, desayunar y el aseo. Cuando en la ciudad alguien le dice a un fumador que apague el cigarrillo, el primero suele apoyarse en que “lo dice el cartel”, mientras que el segundo para excusar su conducta manifiesta que no había visto el letrero en cuestión. En la montaña, mal andaremos si empleamos los mismos esquemas de convivencia social, especialmente por parte del fumador. La educación ambiental, pero sobre todo el sentido común, han de guiar nuestro comportamiento al respecto. Desgraciadamente, difícil será que un niño sea convenientemente educado al respecto si, por ejemplo, observa cómo sus padres lanzan despreocupadamente a la cuneta bolsas, envases, etc. por la ventanilla de su coche en marcha, o tiran al suelo su cigarrillo encendido sin molestarse en apagarlo. Somos responsables, no sólo de readaptar al medio natural nuestros propios hábitos adquiridos en el medio urbano, sino también de ocuparnos activamente de la educación de nuestros hijos para sensibilizarnos sobre el tema, aunque nosotros no hayamos tenido la oportunidad de recibirla. Y esto ha de hacerse CON o SIN tablones de normas en el campo, a cuya ausencia solemos agarrarnos a la búsqueda desesperada de un grotesco argumento que justifique nuestro comportamiento en determinada situación.

 

  • Basura: regresa con TODA la que hayas generado, y por favor guárdate las colillas en el plástico transparente del paquete de tabaco (si no tienes otro sitio mejor). No me digas que ésto es biodegradable o que se lo comen los animales: sigue siendo basura, y el hecho de que la vean otras personas menos “informadas”, puede incitarles a dejar sus propios desperdicios de todo tipo.

 

  • Necesidades fisiológicas: sean las que sean, y siempre y cuando no haya un servicio o letrina próximos, aléjate al menos 100 m de cualquier corriente de agua. Para las necesidades “mayores”, cava un pequeño agujero, que luego taparás con al tierra que habías sacado. El papel higiénico usado, guárdatelo en una bolsita que puedas luego echar a la basura. En áreas de origen cárstico (terrenos calizos con simas, grietas en el suelo, canales, etc.), no utilices los agujeros naturales como retrete, puesto que acabarán contaminando el agua potable que se filtra a niveles inferiores.

 

  • Pero el impacto no tiene por qué materializarse sólo en residuos materiales que dejamos abandonados. El respeto al descanso ajeno debe ser algo sagrado, tanto al entrar a las diez de la noche en el dormitorio de un refugio guardado, absteniéndose de hablar como si estuvieras tomando cañas en un bar, o en una zona al aire libre donde haya personas metidas en sus sacos e intentando dormir, o también dentro de tu tienda, donde no dejas conciliar el sueño a tus vecinos de la tienda contigua. En los espacios abiertos el ruido se propaga muy fácilmente. Recuerda esto, por favor.

 

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